El diamante azul (Diamante Hope o de la Esperanza), es sin lugar a dudas unos de los diamantes más famosos de la historia.
Si nos remontamos históricamente, las primeros datos sobre el diamante azul detallan que fue colocado en la frente de la Diosa hindú Sita, hasta que un sacerdote quedó fascinado por la joya azulada y lo robó. Poco le duró la pertenencia de tal magnifica joya, ya que al ser descubierto lo mataron cruelmente.
Posteriormente un joyero francés lo compro en la India y acabo vendiéndole la joya al rey Luis XIV de Francia. Pero ahí no cesan las desgracias, el pobre joyero trotamundos moría años más tarde devorado por las alimañas.
El diamante pasó de nuevo por las manos de un funcionario del gobierno francés y acabo siendo acusado y encarcelado hasta la muerte.
La amante de rey Madame de Montespan quiso la joya para ella y acabo desterrada en un convento hasta su muerte. Y el rey Luis XIV falleció de cangrena en Versalles.
Ante tales desgracias encadenadas por todos los que poseían el diamante, el siguiente rey en sucesión mandó guardar el diamante sin tocarlo ni una sola vez, y acabó regalando el diamante a su amante Maria Antonieta, y aunque esta no creía en la leyenda oscura y maldita que perseguía a quien atesorara este diamante acabo muriendo en la guillotina.
Un diamante de corona en corona
Tras el saqueo de las joyas de la corona durante la revolución francesa el diamante fue a parar a Londres.
Y aunque estuvo un tiempo sin saberse nada de la joya maldita, el infortunio fue pasando de propietario contagiando con su desgracia a todas las personas que tuvieron la joya en su poder. Hasta que un traficante de piedras preciosas se lo obsequió al Rey Jorge IV de Inglaterra, este fijó la joya en su corona y acabo perdiendo la razón y la vida.
Su siguiente dueño advertido de los malos presagios del diamante ordenó que realizaran un sortilegio a la joya. Y limpia de maldad fue nombrada el diamante de la Esperanza. Al morir su dueño actual, la joya fue legada en herencia a la familia Hope, y aunque es una joya de un valor incalculable sus descendientes acabaron arruinados y sin fortuna alguna, por ello recibió el nombre del Diamante Hope.
Y así siguió pasando por las manos de reyes, príncipes, nobles ricos, y joyeros; y sin tregua alguna todos y cada uno de ellos siguieron sufriendo desgracias y maldiciones.
Finalmente en el año 1949 Harry Winston experto en diamantes, compró el diamante exhibiéndolo en museos de Estados Unidos y Canadá. El Sr. Winston sería el último propietario del codiciado diamante, hasta que fue convencido para que donara la gema, y así fue como el Sr. Winston envió el diamante Hope a la Fundación Smithsonian a través de correo postal, en un simple sobre de papel de estraza.
El museo reticente tardó algún tiempo en aceptarlo, ya que el director y el presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower recibieron mensajes que advertían de la maldición del diamante y que la desdicha se asentaría sobre el país.
Y si después de tantas calamidades queda algún escéptico que no cree en las fatalidades que envuelven esta joya, indicaremos que el diamante Corazón del Mar, diamante de Rose DeWitt Butaker que se embarcó en el Titanic está inspirado en la joya original del Diamante Hope.
Foto: David Bjorgen